Señor, sois todo justicia;
la enfermedad que habéis querido enviarme
debo merecerla,
porque jamás hacéis sufrir sin causa.
Para mi curación,
yo me entrego a vuestra infinita misericordia;
que vuestro santo nombre sea bendito;
si por el contrario debo sufrir aún,
que así mismo sea bendito;
me someto sin murmurar
a vuestros divinos decretos,
porque todo lo que hacéis
no puede tener otro objeto
que el bien de vuestras criaturas.
Haced, Dios mío, que esta enfermedad
sea para mí un aviso saludable
y me lleve a meditar sobre mí mismo;
la acepto como una expiación del pasado
y como una prueba de mi fe y sumisión
a vuestra santa voluntad.
Señor acepto mi enfermedad,
y se que esa aceptación
sera si tu quieres, con tu bendición,
el principio de mi curación.
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