Espíritus muy amados,
ángeles guardianes,
vosotros a quienes Dios,
en su infinita misericordia,
permite velar por los hombres,
sed mis protectores en las pruebas
de la vida terrestre.
Dadme la fuerza, el valor y la resignación;
inspiradme todo lo que es bueno
y detenedme en la pendiente del mal;
Que vuestra dulce influencia penetre mi alma;
haced que sienta que un amigo sincero
está cerca de mí,
que ve mis sufrimientos
y comparte mis alegrías.
Y vos, mi buen ángel,
no me abandonéis;
tengo necesidad de vuestra protección
para soportar con fe y amor
las pruebas que le plazca a Dios enviarme.
Amen
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