COMO SE HACE UN ELEGGUÁ

miércoles, 2 de enero de 2013


 
 
El Babalawo, el Babalocha o lyalocha lo preparan, (previa consulta con los caracoles) y teniendo en cuenta el sexo del individuo, al que habrá de pertenecer.
 
Las materias con que se fabrica un Elegguá son las siguientes:
 
Tierra de una encrucijada de cuatro caminos, de un bibijagüero de la Iglesia, de una plaza, de la Audiencia, de un hospital, de una panadería, tres yerbas y siete pedazos de los distintos palos que le pertenecen a este Orisha. Una cabeza de Jicotea. Un palo de Osain, una piedra de Sabana (verdadero Otán de Elegguá) y no de formación con chifera. Afoché de Orunmila, (polvos que los prepara el Babalawo), veintinueve monedas de distintas denominaciones (medios, reales, pesetas, dos pesetas, céntimos), productos de cambios realizados en siete bodegas con Omiero o Agua Sagrada que contiene las de lluvia, de río de mar y agua bendita de la iglesia, manteca de corojo, vino seco, miel de abejas, miel de Guinea, un pedacito de carbón y sus yerbas trituradas.
 
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Se humedece un poco de cemento (con el que se mezclarán todas estas materias), se modela el rostro que representa el Orisha que son los llamados Elegguá de amasijo.

 
 
 
 
Una vez construidas, el Santero lo entierra antes de salir el sol en una encrucijada o cuatro Vientos (Gwágwá o de), para que su espíritu anime la piedra y ésta se adueñe de la fuerza interna y externa de la naturaleza. Pasado siete días irá a buscarlo y para tapar el agujero en que estuvo encerrado, sacrificará tres gallos giros, vierte dentro la sangre y rellena el hoyo con las aves y plátanos, maíz, grageas y todo lo que es del gusto de Elegguá y Eshú, además de derramar dentro un abundante chorro de aguardiente.
 
Al cabo de siete días, la Piedra de Elegguá vuelve de los cuatro Caminos, con su espíritu y vivo. El Santero, de regreso a su casa, le ofrece chiva, o un ratón, un gallo negro, un pollo o una jutía, jamás se le ofrenda palomas, no la come, ni tampoco las comen sus hijos, sin embargo Eshú Ayé, las come, las gallinas con ecuó (tabú) para todos los Elegguas.
 
Antes del sacrificio, el Santero le reza un credo y un Padre Nuestro. La lyalocha está facultada para Asentar a Elegguá para lavar Omiero y bautizar su Piedra, que es una piedra como carbón, que el mismo Omó debe encontrar en la sabana. Pero son los hombres los que van a buscar el espíritu del Dios del Monte. En muchos mitos de este Orisha sólo ofician hombre y el papel de las lyalochas se reduce a presenciarlos. La legítima, la verdadera piedra de Elegguá, sólo necesita lavarse con su ewé.
 
Elegguá Eluasama, se hace con yerba pastiillo y cangrejo, este Elegguá no se lava y no se le mira, si no cuando se le da de comer, se tiene sólo para hacer desafio. Eluasama vuelve de revés a la gente. Aunque existe la apreciación de múltiples devotos de utilizar el Cangrejo, es un grave error, debido a que este animal, por caminar hacia atrás, es atraso y por lo tanto, los hijos de Elegguá no pueden comerlo, a más de ellos, por la circunstancia relativa a que en una ocasión, habiendo ifá, tirado su Oltuelé a la orilla del Río, el cangrejo se lo escondió. Por respeto a Orunmila y lo que le sucedió con el Cangrejo, muchas personas no pueden comerlo. Ante este Orisha no se prosternan sus sacerdotes, ni fieles, como ante Shangó, Obatalá, las diosas y dioses, rindiéndole, Odubaké, Elairidé, no se invoca de rodillas (eshu bara kikeilo, alaroso yo ecu kama aché akué kue), ni tampoco se le deposita las ofrendas, no se le sacrifica en esta postura.
 
Para comunicarse con Elegguá, los Sacerdotes y los fieles se ponen en cuchillas, jamás hincando en tierra una rodilla.
 
Se le saluda al entrar ala casa, como el Dios acostumbra a saludar cuando baja, avanzando un pie, se presenta y otro como y luego volviéndose de espaldas y zapateado, se mueve con hierba la criatura.
 
Raramente al igual que Oggún, al posesionarse de un hijo, abraza a los devotos en las fiestas (aguamileros o batás), también se saluda levantando consecutivamente el brazo derecho y el izquierdo, con los puños cerrados y antes de volverse de espaldas al Orisha y batir el suelo con los pies (como hacen los perros con las patas traseras), se ranea la cintura, por si acaso están presentes en el mismo velador en que éste se guarda, los guerreros, sus compañeros inseparables, Oggun y Ochosí. Así a un mismo tiempo, de frente se saluda a los Guerreros, a la vez que de espalda, agitando inmediatamente el trasero, con energía, se saluda a Elegguá. La atención que requiere un Elegguá doméstico guarda puerta, es de la forma siguiente:
 
Su otán, debe alimentarse todos los lunes, que es el día que gobierna este Orisha, o el tres de cada mes. El martes gobiernan Oggun y Ochosi, el miércoles, Babalú, el jueves Obatalá, el viernes Shangó y Oyá, el sábado Yemayá, y Ochún el domingo, Obatalá y todos los Santos. Por igual estiman muchas Santeras que el lunes o el martes y todos los días tres, están consagrados a Elegguá y a Eschú, el miércoles, a Oggún, Ochosi y Shangó los días cuatro de cada mes, el jueves lo rige Obatalá, con los días 8, 16 y 24, e viernes Yemayá, con los días 7, 14 y 21 y el sábado Yalorde, con los días 5, 10 y 15 y el domingo pertenecen a todos los Santos, los viernes dominan además Inle, Babalú Ayé, Obbamoró y Osain.
 



Este día antes de las doce se le tiene un rato expuesto al sol, se le unta manteca de corojo y así ya dispuesto a recibir su comida, se le vuelve a colocar en el velador, se derrama en el suelo ante él, los tres chorritos de agua de ritual para dirigirse a cualquier Orisha.
 



Debe saber rezarle en lucumí y se le pide salud y prosperidad, por lo menos en este rezo:
 
Elegguá Laroye a su comache icha fefé guerra,
omi tutua
ana tutu,
tutu babamí,
cosi eún afenfo molei delcomodei.
 
Inmediatamente se toman tres granitos de pimienta, se mastica bien, se llena la boca de aguardiente y se baña la Piedra con una buena pulverización como es fumador empedernido, se le enciende tabaco, se lanza unas cuantas bocanadas de humo y se le deja a su lado el tabaco encendido, se procede después de esto a alimentarlo, con pequeñas cantidades cortadas en toritos (que Elegguá consumirá poco a poco, durante la semana), de pescado ahumado, de jutía ahumada, boletos de frijol de carita, un puñado de maíz tostado y pedazos de coco, que se ponen dentro, alrededor de la cazuela de barro donde invariablemente se le coloca, por último se le encenderá una vela que arderá hasta lo último ante la puerta abierta ese día del escaparatico, o velador, en que se guarda el Osha. Una vez al mes, se derrama la sangre de un gallo o de un pollo negro, o giro, que añade a su comida habitual, pero antes de presentárselo se le lavan las patas y el pico. Muchos dueños para contentarlo lo ponen al sol, de siete a nueve de la mañana, se le frota maíz y se le ofrenda tres cabezas de arenque cocidas al horno con verdolaga, teté (bledo) y hojas de guayaba, las tres cabezas de arenque, se dejarán por tres días encima de Elegguá, luego se le sacrificará un pollito, que aún vaya tras la gallina (si puede ser robado mejor), así lo apreciará más el Orisha.
 
Cuando se recompensa por algún bien recibido o para encarecerle su protección, se le inmola un chivato negro, (que deberá ser sacrificado por el Babalawo, o por un Achoggún (hijo de Oggun) que tiene el derecho de matar, en ausencia del Babalawo, mediante un tributo de $ 3.15, por cada pata del animal.
 
El sacrificio de un puerco, que se le promete a Eshú en la sabana, para obtener su protección en algún empeño, es a la vez, que un acto solemne para quien le ofrece, por lo cual, el sacrificador después de matarlo perderá su responsabilidad como siempre diciendo: Yo no lo maté, fue Oggún.
 
Al presentarle a Elegguá, las ofrendas de comidas, se le debe de enumerar en alta voz (pues conviene que oiga bien lo que le va dando), esto debe hacerse con todos los Orishas. Será muy conveniente que el dueño de un Elegguá y todo el que frecuente una casa de Santo, aprenda a dirigirse algunos saludos en lucumí.
 
Elegguá akí borá akí boyé, tori toru la ya fiyoruruaré. Alá le elé cupaché aggó meco.
 
Es esta una fórmula de reverencia que se emplea mucho para afirmarlo o ensalzarlo.
 
Aggó Elegguá Babaguara, aggó Elegguá abakú makú afonde tube abebenillo alanú la mú bata omó marata, omó cuarná du acheré, omó acheré, arikú babagus, due gustó lo kún, leggu tubbo consilaroye aki boyú babaguara Eschuború, Eschu, Boyá, Eschu bi momekeña ofé mi, moforibale Oloddumare bara male, baba mi lowó, okú lowó, eye lowó iguarayé, abollí kareketé.
 
Elegguá alaroye, Eschu kaika laguanna, unbele kún sekún laroye, un cheché anicano nikú Olorun.
 
En todos los rezos (coriaro, cosi ikú, cosí eyó, cosi ano, cosi ofó, cosí arayé, etc...) se le pide a Elegguá que aleje la enfermedad, la muerte, la tragedia, el crimen, el aclaclú, la justicia y nos procure (unykún, yeún, dada), el sustento, muerte, ira y dinero owó).



 
Elegguá es el Orisha de las bromas chofé.
 
En las esquinas (Eschu Bí) en los cuatro caminos Maquó Achí Kuelú, en las plazas y mercados el Eschuilé Olowá o Kaloya, en las lomas (Aggueré), en las sabanas, (Obanigwánna, o Alagwánna) el infortunio y la desesperanza no está exclusivamente en el monte o la sabana, pues se pasea por todas partes, es el Anima Sola de las parejas solitarias y hermana de Eschu Bi. Precisamente, el que sabe preparar un Eshú Alaguana, es más fuerte que todos los Ganguleros. Un Elegguá hombre y muy sanguinario resulta (Eshu Ogguenilebbo), es compañero inseparable de Oggún. Se aposta y trabaja para él en las esquinas, provoca los accidentes, mata y a veces, le basta con matar, aunque sea un perro, para que Oggun beba sangre fresca, cuando tiene hambre (le busca la comida a su amigo, matando).
 
Laroye amigo de Oshún, es que vive detrás de la puerta en una cazuelita, Baraiñe anda con chango, Ayerú es mensajero y custodio de Ifá y de su representante, el Babalawo, quien sin Elegguá y sin Osain (no estará seguro). Afiagui es la confianza y la seguridad de Ifá (pues es el más famoso de la legión de Elegguá y es el más importante de todos), porque Olofin le encomendó que abriese y cerrase las puertas del Cementerio, es el que ordena y manda, les dé nombre y distribuye el trabajo de los demás.


 

 
Elegguá y todos son mensajeros (chiquillos que llevan recados, que cumplen órdenes de los mayores), niños en su mayoría, mandados por otros Elegguas más viejos de todos y ante el cual es preciso conducirse con extremada corrección, su rostro se talla en una piedra que tenga una base lo suficientemente ancha para poder mantenerla en posición vertical y estable en la cazuela que le sirve de Asiento. Este Elegguá vive (se le guarda) muy retirado en el patio, porque cerca o delante de él, no puede hacerse ningún acto deshonesto ni desnudarse una persona, ni hablar o realizar cosas indecentes, ni siquiera decir una mala palabra.
 
Elufé es un hombre muy abundante de sus partes, tiene canchila (está quebrado y los testículos le caen hasta las rodillas). Nunca tuvo mujer, jamás metió mujer en su casa, hizo casa y él vivió fuera de ella siempre. A este Elegguá viejo se le ofrenda polvo de tabaco. Alaleilú, viejo también y que es un hombre honorífico, que se da a Elegguá, es Awó, uno de los grandes.
 
Oguirí Elu, Afrá y Keneno, son ararás.
 
Añagui, Alaguana y Ogguanillé son adultos (muchachos) y más muchachos y por lo tanto más turbulentos aún. Akileyó, Eshu Bí, un poco más dócil es el jefe de los Meyis, o Jimaguas, e inmejorable cuando le da por la vena de proteger a un Omó Baraiño Echeriké, que anda con Osain, Alalú, Kinkoyé, Dayoyó, Akokolobiuy y Aganiká que tropieza con todo el que encuentra y atrae a la policía. (Va a buscarla).
 
Osiká como Akokoibiya, de tierra de Mina es muy aficionado a jugar con bolas de cristal o bailar trompo y  a fumar cigarrillos  y Olokí, su compañero, es el más pequeño de todos, el que vive en manigua  (entre matojos) y todo lo trastoca y confunde en Berekeño.
 
Obanigwanria, o Alababagwenna, Abaiké y Aloná, sostienen un comercio continuo con los muertos.
 
Alábagwanna, a quien los Aborsas la identifican como el Anima Sola la de los más desesperados y turbios parió a Elegguá a quien de chiquito le ató las manos con una cadena y se fue a vivir como pudo y solo se hizo grande. Oggún lo bautizó y él bautizó a Oggún, circunstancia por la cual ambos son inseparables para todo.
 
En cuanto a Eshu, lo parió Oyá y lo dejó abandonado en la manigua. Cuando pasaron los años y Oyá quiso reconocerlo como hijo, él se negó y le echó en cara que lo había abandonado, (Oyá es una mujer que no quiere casa ni hijos, no le gustan los niños).
 
A muerte de Elegguá, los Awós reunidos en gran asamblea, resolvieron escoger un Otan (una piedra), que lavaron con Omiero y sacramentaron (como se hace hoy), para que el espíritu de Eleggua viniera desde la sabana a alojarse en ella. (Su espíritu lo encontraremos siempre en la sábana) y en la piedra lo alimentaron y adoraron.
 
Debido a los motivos de Santidad, que tienen el coco y el ñame, pueden hacerse en ocasiones, las veces de un Elegguá, pero por las circunstancias de resultar frutos de fácil descomposición, debe tenerse en piedra incorruptible, o un muñeco de cedro.
 
No obstante lo expuesto, el coco y el ñame acompañan a Elegguá, (nunca puede faltarles a él ni a ningún Orisha), en resumen, que Elegguá está diluido por todas partes (todos se comunican entre sí), por lo cual es necesario que el de la puerta está satisfecho, que coma y que coma primero que nadie, como lo dispuso Olofin, para que no entorpezca el curso normal de nuestras vidas y no vaya a silbarle el de la esquina. Al de los cuatro caminos, al del monte, etc., y acudan a su llamada, se introduzcan junto en la casa y ocurra cualquier accidente lamentable, a todos para evitar conflictos, hay que alimentarlo, pues por la comida se encelan y es seguro que haya que sufrir las peores consecuencias.

 
 
 
 
 
 
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