Oh María, Madre mía,
bien merecido tenéis
el título de salud de los enfermos,
consoladora de los afligidos
el título de salud de los enfermos,
consoladora de los afligidos
y aliviadora de los trabajos todos de este mundo,
pues ningún adolorido ha acudido a vos
sin recibir inmediatamente alivio o consuelo.
Por eso acudo a vos:
como Madre no dejaréis de interesaros
por la salud de mi alma y mi cuerpo;
como Reina Mía, no os será indiferente
el estado de vuestro siervo;
como Medianera nuestra,
sé que estáis pronta a escuchar
y recoger nuestros deseos y súplicas
Vos sabéis por propia y dolorosa experiencia
la amargura de los trabajos,
lo terrible que es para una Madre
ver padecer a su hijo y no poder socorrerlo.
Así os pasó en el Calvario con Jesús.
Pero ahora no podéis excusaros
de no favorecerme,
de no favorecerme,
pues podéis hacerlo
con solo hablar a Jesús.
con solo hablar a Jesús.
Virgen Santísima de la Caridad,
salva a tu pueblo de la ignominia.
Rezar: Tres Ave María y Salve,
en honor de la Excelsa Caridad del Cobre.
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